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enero 15, 2014

Los mexicanos no saben decir "NO"

Que si sí, que si no.

Por: Javier Escobedo




Hace unos meses me informó un grupo de ejecutivos norteamericanos que recibirían la visita de unos mexicanos para cerrar un negocio en el que llevaban trabajando algún tiempo. Enérgicamente les dije que tenían que estar acompañados por un mexicano, a lo que me respondieron que la gente que los visitaría hablaba inglés. “Pero ustedes no entienden mexicano”, les dije. Y me ofrecí a ser intérprete de idiomas del mexicano al inglés durante las reuniones.

Fue una hora de presentaciones en la que mis compatriotas mostraron mucho interés e hicieron bastantes preguntas. Al terminar, el ejecutivo mexicano de mayor nivel en el grupo dijo: “Mañana les llamamos a ver si ya cerramos el trato.” Ya solos, el norteamericano al frente de la negociación me dijo: “¡Nos fue muy bien! ¡Mañana cerramos el trato!” Y tuve que darle la mala noticia. En mexicano, ‘mañana’ sólo quiere decir ‘hoy no’. Y lejos de ser una garantía de un sí, es casi una garantía de un no. Y así fue. Mis compatriotas dijeron ‘mañana’ otra vez al día siguiente, y al siguiente y así sucesivamente hasta que los norteamericanos se dieron por vencidos. Dijeron que no sin decir que no.


Uno de las particularidades de nuestro “dialecto” local mexicano es que no sabemos decir que no. Hemos desarrollado un gran vocabulario alternativo para nunca tener que dar una negativa. Evitar el ‘no’ es nuestra manera de ser amables y de darle un tono positivo a nuestra comunicación. Dentro de lo posible, siempre preferimos evitar un conflicto, disgusto o confrontación. Y para evitar el conflicto evitamos dar una respuesta negativa directa. A través de muchos años de promover negocios y amistades entre mexicanos y extranjeros, he identificado nuestras cuatro estrategias clásicas de evitar decir ‘no’.

La primera y más común fue bautizada como “el falso positivo” por una gran amiga argentina. Algunos ejemplos clásicos son: “sí, ya mero llego”, “sí, mañana te lo tengo”, “sí, comemos la semana que entra”. Todas ellas son un rotundo pero elegante NO. Y entre nosotros lo entendemos muy bien. Queremos decir: “no voy a ir a la reunión”, “no he empezado a trabajar en tu asunto” o, de plano, “no me interesas mucho que digamos”. Un corolario de esta estrategia es el uso del diminutivo. Ahorita, ya merito, tantito. Una oración con un diminutivo es una negativa. “Ahorita te lo llevo” quiere decir “no lo voy a llevar.” Y si alguien nos dice “te quedó tantito mal tu corte de pelo”, sabemos que es hora raparnos y cambiar de peluquero.

La segunda estrategia es el tratamiento del silencio. Esta consiste en evitar totalmente la comunicación como sustituto del ‘no’. Por ejemplo, dejar ir las llamadas al buzón o no contestar los emails. O el clásico “dile que no estoy”. Cuando esto le sucedía a mi amiga argentina, me preguntaba afligida si el mexicano se ofendió por algo. No, simplemente no quiere dar la mala noticia de que no pudo, que no lo consiguió o que las cosas no salieron bien.


A la tercera, en honor a Luis Miguel, la llamo “culpas a la noche, culpas a la playa, culpas a la lluvia”. Esta consiste en culpar a algún elemento externo por nuestra falta de respuesta. Hay algunos pretextos típicos como “se me acabó la pila del celular”, “no entra la llamada”, “no me llegó tu email”, o “el tráfico está horrible”. Y generalmente acompañamos la culpa al entorno con un falso positivo: “hoy llovió toda la tarde, pero mañana te paso tu dinero”. No cuentes con ello.

Tras años de vivir fuera de México he desarrollado la apreciación de que el mexicano es un lenguaje único, sin diccionario, y que nos hace lo que somos. El problema viene en que no sólo usamos el dialecto mexicano en tierra azteca ni sólo entre nosotros. Cuando no decimos un rotundo ‘no’ a un extranjero, creamos muchísima confusión, y lejos de lograr evitar el conflicto, nos metemos en complicaciones que van desde las simpáticas hasta las trágicas. Mi aprendizaje es que hay que entender que, excepto entre mexicanos, hay que saber decir NO clara y enérgicamente. Generalmente las cosas salen mejor y los asuntos se cierran más rápido.

Pero lo que mejor me ha funcionado al hacer negocios por el mundo es enfocarme en usar palabras que se entienden universalmente, como “fiesta” y “¡salud!”


Fuente: GQ México

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